domingo, 19 de febrero de 2012

Manipulando los dineros

Esta semana me he dado cuenta, una vez más, de qué modo tan diferente se relatan noticias sobre la Iglesia en los medios españoles. Y más cuando se trata de dinero. El pasado miércoles conocíamos el aporte económico que la Iglesia recibirá este año gracias a la aportación que los ciudadanos españoles destinan de su IRPF. En total, 248 millones de euros procedentes de más de nueve millones de españoles. Una cifra que, según quien lo cuente, cambia de interpretación. 

Basta comparar cómo han dado la noticia El Mundo o el diario Público. El primero, en un modo más o menos objetivo. El último, metiendo cizaña y mintiendo sobre la verdadera naturaleza de ese dinero. Sí, porque alguien debería dejar bien claro a los de Público -mal que les pese y mal grado la campaña que en contra de esta verdad están haciendo- que el dinero que administra la Iglesia no se carga "a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado". Mientras ellos aseguran que afirmar lo contrario "es faltar a la verdad". 

Una vez más tendremos que afirmar que el marcar la casilla del IRPF es una mediación para que, quienes lo deseen, donen su dinero a la Iglesia. Cifra que crece cada año. Y eso, a algunos, les da dolor de tripa -quizás tengan ellos algo que ver, deberían planteárselo-. La Iglesia recibe dinero de las aportaciones de los ciudadanos españoles que lo deseen y no de las arcas generales del Estado, como algunos se afanan en propagar, como sí reciben en cambio los sindicatos o los partidos políticos. Algunos, como El País, pretenden hacer ver cómo la Iglesia sí recibe partidas de los Presupuestos generales, señalando como fundamento las partidas del año 2007, año en que todavía no estaba en vigor la nueva ley y cuando la Iglesia sí recibía de las arcas estatales lo que la casilla del IRPF no lograba sostener. Una fuente de la noticia que cae por su propio peso porque no tiene nada que ver con la realidad actual. 

La cuestión de los dineros siempre es un asunto escabroso. El nuevo modelo de financiación de la Iglesia católica le exige a esta ser cada vez más transparente. Por eso hace público cómo administra ese dinero. Y digo administra, porque no es su propietaria. A pesar de sus esfuerzos, los medios de comunicación se afanan una y otra vez por manipular y distorsionar la verdad de la cuestión. Un ejemplo de profesionalidad y de servicio a la verdad que debería caracterizar a los periodistas. 

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